domingo, 17 de octubre de 2010

SÁBADO DE METRO




Subí a el anden del metro, ya era muy tarde y la verdad, estaba seguro que se me pasaría el de las doce. Tal vez aún alcanzaría a llegar a Hidalgo, pero estaba seguro que ya no alcanzaría a llegar a Tasqueña.
Ya en el andén, a mi diestra, una pareja se besaba de una manera pasionalmente grotesca, parecían más unos gatos quitándose los restos de comida que una pareja amorosa; se lamían impetuosamente.
Sólo hablo de una impresión, pues sabemos que en éste mundo cabemos todos. Turné mi cabeza a la izquierda para respetar su espacio. Se escuchó un sonido, creí que era el metro, no lo era. Una nueva imagen entró por mis ojos: la pareja ya se tocaba sensualmente y rosaban sus genitales, se distinguían explícita mente ambas erecciones, el movimiento era exagerado y violento. Nuevamente me volteé...
Alcancé a distinguir esas batas, eran empleados del metro, ellos hacían comentarios sobre la pareja que demostraba su aceleración hormonal o su amor genérico. Comentarios hostiles y burlas dominaban su plática.
El hombre de chamarra negra se alejaba con una sonrisa que buscaba complicidad, la obtuvo de otro empleado de limpieza del metro que también esperaba su "boleto a casa" separado de los demás. De pronto, el soundtrack del momento se escuchó muy fuerte. Las jovencitas que jugaban a "torear" al convoy se vieron sorprendidas por éste: casi golpea a una, hubiera sido una muerte segura y nada agradable.
El hombre de limpieza, a diferencia de los otros empleados del metro (que aparentaban ser de administración), mostró su indignación y coraje: "¡Pero que tonta!", dijo en voz alta y continuó: "Hay mija, si te pega te mata". Las muchachitas no mostraron interés alguno, continuaron con sus risotadas chillonas. El convoy se marchó.
El hombre de limpieza no dejaba de mover la cabeza en forma de negación, mientras seguía haciendo comentarios similares a los que ya había expresado. "¿Para qué queremos tontas?" (le pregunté de manera absurda"), el hombre mi miró y dijo: "No, no, no; imagínate que le pega... Luego culpan al chofer, que por negligencia suya la muchachita murió, santo dios, lo bueno es que no pasó a mayores" y siguió caminando su vaivén moviendo la cabeza. El hombre de chamarra negra fue participe en estos diálogos, demostrando acuerdo con su cabeza. Cuando el hombre de limpieza se alejó, le comenté: "¿Que cabrón, no?, y él respondió: "sí mano". "¿Te la imaginas al volante?", le dije. "¡Uyyy no, para qué quieres!". Continué: "¡Que cierre de noche, primero los amorosos y luego las juguetonas, pinche día acabó de locos!". El cerró con: "Jajajaja, si, ya sé". Y un silencio puso punto final al tema. Normalmente no duró mucho...
"Aún falta el de las doce, ¿no?", le pregunté. Contestó: "Sí". Le dije: "Es que voy hasta Tasqueña, se me hace que no alcanzo al de la línea dos". Me respondió: "No, sí pasa. Ya es tarde, pero sí pasa; yo también voy a la dos, pero yo voy sólo a revolución". Sólo me limité a decirle: "Ok".
El convoy llegó y tras quedar en el mismo vagón, pero a distancia y sin contacto visual siquiera, llegó la estación Hidalgo. Al salir del vagón, el hombre me emparejó corriendo, antes de que perdiera el alcance le ofrecí la mano, y después de darle las gracias le dije: "A ver cuando nos volvemos a encontrar en un día de locos", riendo afirmo con la cabeza y dijo: "¡sale!". Lo perdí de vista, ahora yo también corría pensando en la hora, en la distancia, etc.
Llegué al andén y pude divisarlo caminando en sentido contrario al mío, me detuve y miré al túnel. La verdad calculo que fueron como 10 minutos los que se tardo el convoy en aparecer en el punto que yo alcanzaba a mirar del túnel; cuando ya estaba muy cerca, volteé hacia donde estaba el de la chamarra negra, percibí que me había ubicado y que se había percatado que mi convoy venía, nuevamente volteé hacia el metro y antes de que nos separara el contacto visual lo miré y le mandé un saludo de visera, él contesto levantando el pulgar. Cuando el convoy inició la marcha, pudimos refirmar la despedida y los buenos deseos, ambos coincidimos en el saludo de "V", el mío con el sentido hippie ó (bicknies). A los pocos segundos de haber entrado al túnel, el convoy que él esperaba pasó; así pude quedarme tranquilo al saber que mi "compi de andén" tenia también, pasaporte a su destino...


No hay comentarios:

Publicar un comentario